Un encuentro en primera persona con lo más novedoso de Omega

Esta es la crónica de una emocionante visita a una de las boutiques exclusivas de Omega en Buenos Aires, donde tuvimos la posibilidad de acceder a los últimos lanzamientos que la casa relojera realizó en 2020: un recorrido que me llevó desde la tierra y los océanos hasta la luna y las estrellas. Estas son mis impresiones de lo mejor de Omega en 2020.

Siempre resulta agradable visitar a las marcas y tener la posibilidad de experimentar personalmente esos relojes que solemos ver por primera vez en los comunicados de prensa con fotos muy cuidadas que posteriormente son retratadas en idílicas escenas que nos encontramos en cada rincón de Instagram (¿alguien dijo Speedmaster Snoopy?).

Claro que las imágenes adelantan algunas cuestiones que el reloj nos puede presentar, pero muchas veces en el mundo de la relojería sucede que la representación mediatizada de la cosa es muy diferente al contacto directo con la cosa… dicho en criollo, no es lo mismo ver una foto que tener el reloj en la mano y experimentar personalmente qué es lo que nos despierta.

Esa sensación es, per se, emocionante… y si le sumamos el hecho de que venimos de un año en el que salir de casa para ver relojes no ha sido lo más común del mundo, entonces se convierte además en toda una aventura.

En esta visita, IGORMÓ pudo acceder a los últimos modelos de las líneas Omega Constellation y Omega Aquaterra junto a la edición especial del Omega Speedmaster Dark Side Of the Moon Alinghi y a nada menos que el tan aclamado Speedmaster “Silver Snoopy” Award 50th Anniversary. Todos relojes cuyas fotos han minado las redes sociales y los portales de la industria durante 2020… Es hora de conocerlos cara a cara.

Omega Constellation, con el que volví a ver las estrellas.

Voy a serte sincero, el Omega Constellation Pie Pan es uno de los relojes vintage que me encantan, probablemente mi favorito; en contraste, el Omega Constellation Manhattan nunca pude lograr que me guste… me encanta el brazalete integrado a la caja, pero por algún motivo, el reloj en su conjunto me parece anticuado; no sé exactamente por qué, pero siempre sospeché que esas “garras” prominentes en relieve y acentuadas en los costados de la caja tenían algo que ver con eso, sencillamente me dan la sensación de que no tenían nada que hacer ahí.

En fin, pura cuestión de gustos… Sin embargo, esta vez me encontré frente a frente con la nueva línea de los Omega Constellation ¡y vaya si Omega me ha reivindicado a las fatídicas “garras”!

Debo reconocer que hizo un excelente trabajo con los nuevos Constellation reinterpretándolos y dándoles más jovialidad y contemporaneidad, si se quiere: Se estilizó la caja tipo tonel con las facetas de media luna en los extremos que se integran con el brazalete o las correas, según corresponda el modelo, y lo mejor: se reinterpretó por completo el bisel con sus famosas garras a los costados.

Destaco especialmente los modelos con el bisel cerámico que incorpora los clásicos números romanos en metal liquido (todo el conjunto con un acabo pulido, cabe resaltar) y me encantaron sobre todo los colores: pude verlos en negro y acero, en azul y oro y en azul y acero… realmente una preciosa paleta de colores que juega además con la tonalidad del metal de la caja del reloj, sea de acero u oro como mencioné hace un momento, y que le da más versatilidad al reloj.

En mi opinión estos nuevos y, si me permitís la expresión, más cancheros Omega Constellation, pueden adaptarse con relativa facilidad de una situación formal a una un poco más relajada.

Pude ver que, además, el cambio no fue sólo estético: incorporaron movimientos de última generación con escape Co-Axial y certificación Master Chronometer de METAS (ya vamos a hablar en unos párrafos más de qué se trata esto), por lo que estos relojes quedaron modernizados tanto por dentro, como por fuera. Sin duda, uno de los lanzamientos que más me gustó de Omega en 2020 y que, ahora que los pude ver en primera persona, tengo la suerte de confirmar que son un gran acierto.

Omega Aquaterra, un dandy en la tierra y en las aguas.

Otra pieza con la que tuve la suerte de poder encontrarme cara a cara fue con uno de mis relojes favoritos el Omega Seamaster Aquaterra.

Creo que este es el reloj más todo terreno que tiene Omega, ya que es una pieza elegante y que otorga distinción en cualquier situación… queda bien para acontecimientos formales, queda bien para ocasiones casuales, para hacer deporte

–ya sea terrestre o sobre el agua-, queda bien para trabajar, para salir a pasear, en fin… realmente para lo que sea… y tal vez por eso es uno de los relojes que más me gusta de Omega, por su capacidad de adaptabilidad.

El Omega Aquaterra debe su inspiración originalmente en la náutica: tiene en la esfera una textura con líneas horizontales que emulan la apariencia de la madera de teca que se puede encontrar en las cubiertas de las embarcaciones deportivas y de placer, y la verdad que le sienta excelente: son unas líneas grabadas con diferentes espesores que le permite al cuadrante reflejar la luz de manera distinta según el ángulo en que le dé.

Pude además verlo en dos colores de esfera: en azul -que no tenía duda de que me iba a gustar porque es probablemente mi color preferido en los relojes-, por lo que no fue una sorpresa que me pareciera muy lindo. Pero el que sí me sorprendió y que, de hecho, no me había dado cuenta que era de otro color, fue la versión en verde.

¡Sí, era verde! ¡Pero un color verde muy particular! Estaba exhibido junto con el azul pero en otro ángulo que lo hacía aparentar la misma tonalidad… recién cuando sacaron los dos para mostrármelos bien uno al lado del otro pude darme cuenta con muchísima sorpresa de que se trataba de un color verde muy sutil. No estamos hablando de un verde evidente y estridente como sería el de un Rolex Submariner Hulk, sino de una tonalidad más suave que por momentos toma matices grisáceos y azulados… En definitiva, un color precioso que me sorprendió y encantó en ese reloj.

Al igual que con el OmegaConstellation, el Omega Seamaster Aquaterra tiene también un movimiento Co-Axial, una tecnología prácticamente exclusiva de Omega y desarrollada por uno de los maestros relojeros más reconocidos de las últimas décadas: George Daniels, y la certificación METAS (dame el privilegio de unas líneas más y ya hablaremos especialmente de esto).

Además, en ambos casos Omega tuvo la excelente idea de exhibir los movimientos a través de un cristal en la tapa trasera. Buena jugada, ya que después de todo, el movimiento Co-Axial es uno de los grandes diferenciales que la casa relojera tiene respecto de sus competidores.

Omega Speedmaster Dark Side of the Moon Alinghi.

Sé que ya estás deseando que hablemos del Snoopy, pero teneme paciencia ¡te prometo que valdrá la pena!

Quiero contarte antes de mi encuentro con otro Speedmaster que se presentó el año pasado: estoy hablando de la edición especial que se hizo en colaboración con el equipo de náutica Alinghi, dos veces ganador de la America’s Cup.

Hago un paréntesis: Los deportes náuticos me llaman mucho la atención y reconozco la enorme destreza y conocimientos que hay que tener para poder hacerlos, pero la verdad es que no soy particularmente aficionado ni un gran conocedor de ellos… dicho eso, te tengo que decir que, así y todo, el Omega Speedmaster Dark Side Of the Moon Alinghi, me dejó con la boca abierta:

Lo primero que pude apreciar es cómo brillaba la caja de color negro con la luz, y cuando lo tomé con las manos ahí me di cuenta por qué: está construida totalmente en cerámica. Y que bien que le queda, además de ser un material totalmente a prueba de rayones.

Teniéndolo más de cerca, me llamó la atención la textura de la esfera parcialmente esqueletizada en la que gracias a una técnica que implica la utilización de láser, lograron darle a la platina principal y a los puentes un patrón como de colmena que se asemeja a la textura de la fibra de carbón que se usa en la construcción de las embarcaciones deportivas que utiliza el equipo Alinghi.

Se destacan en la esfera además los detalles en color rojo, como la aguja trotadora del cronógrafo y la marca de los 4 minutos en la subesfera acumuladora que, según me explicaron, se debe a que en las regatas las embarcaciones tienen 4 minutos exactos para prepararse y estar en sus lugares antes de la largada: es un detalle que sin duda un entusiasta del deporte náutico va a saber apreciar más que yo.

Eso sí, lo que seguramente vamos a apreciar por igual todos los amantes de la horología es que en la tapa trasera tiene cristal de exhibición y ahí se puede ver perfectamente los puentes con esa textura de fibra de carbón componiendo el movimiento cronográfico de cuerda manual 1865: una maravilla para ver cómo además se complementa el color negro y gris con sus texturas respectivas junto con el violeta de los rubíes del movimiento y el plateado de los engranajes y las fornituras.

Este Speedy es sin duda algo fuera de lo normal, una versión que no se ve todos los días, y que me gustó muchísimo, sobre todo por el contraste único que le proporcionan los materiales con los que está construido. Fue una grata sorpresa encontrarme con él.

Omega Speedmaster “Silver Snoopy” Award 50th Anniversary, una odisea espacial sintetizada en un reloj.

Ahora sí, pasemos al plato fuerte… Ese momento en el que pusieron sobre la mesa frente a mí, nada menos que el Omega Speedmaster Silver Snoopy Award 50th Anniversary que Omega presentó con bombos y platillos en el mes de octubre del pasado año 2020.

Lo tuve ahí frente a mí, con ese estridente bisel cerámico azul brillante a tono con sus subesferas, en una de las cuales se veía a un Snoopy en traje espacial que me miraba de reojo mientras jugaba con las estrellas que tenía alrededor de él, y justo en ese momento, antes de tomarlo, como si ya no sintiera una mezcla extraña de emoción y responsabilidad, me dijeron: “es el único Omega Snoopy 50° aniversario que hay en toda Argentina” … Créeme que me sentí muy especial.

Lo levanté con cuidado, me lo acerqué a los ojos, inspeccioné primero la esfera: una tonalidad blanquecina de plata sobre la cual resaltaban muy claramente todos los detalles en azul: desde el logo de omega aplicado, pasando por los índices y las agujas, hasta las tres subesferas.

Como te mencionaba anteriormente, en una de ellas, a las 9, está grabado en plata el medallón del Silver Snoopy Award de la NASA. Ese galardón que la Agencia Nacional Aeroespacial de los Estados Unidos de América le otorgó a Omega por el importantísimo papel que tuvo el Speedmaster durante la misión del Apollo 13… y si no tenés claro de qué se trata este premio y la historia impresionante que existe detrás de él, te invito a descubrirlo en el artículo que escribimos hace apenas unos meses: artículo Omega Snoopy 2020.

Esa en definitiva es la historia que une al Snoopy de la NASA con el Omega Speedmaster y es, nada más ni nada menos, que la crónica de cómo la precisión de un reloj mecánico en el espacio resultó clave para asegurarle a los astronautas el regreso a casa en medio de una situación de crisis a más 330.000 km de la tierra.

Ahora decime… ¿De cuántos relojes podemos contar una historia así?

Cómo para que Omega no haga un poquito de alarde de eso, ¿no?

Y precisamente el alarde de eso, lo pude ver con mis propios ojos cuando dí vuelta el reloj y vi la parte de atrás.

Me encontré con una tapa trasera como ninguna otra que haya visto jamás… una impresionante superficie lunar que en realidad está grabada sobre la cara interna del mismo cristal de zafiro de la tapa. Esto lo hacen usando una técnica especial llamada metalización micro-estructurada y la verdad es que le confiere un realismo, una textura y un color impresionante: casi parece que podemos tocar la luna con la punta de los dedos…

Ese gris platinado brillante de la superficie lunar contrasta con un fondo negro que le da mucha profundidad a la escena y sobre el cual se distinguen brillantes estrellitas plateadas que nos recuerdan que estamos en la vastedad del espacio exterior… Pero eso no es todo, asomándose a lo lejos podemos ver una circunferencia con estridentes combinaciones de tonos azules y blancos: es nada más ni nada menos que nuestro hogar, la Tierra; y lo sorprendente es que al igual que sucede con nuestro planeta, esa pequeña representación no está estática, sino que va girando lentamente a razón de una vuelta completa por minuto: esto es gracias a que internamente está conectada al mecanismo de la subesfera de los segundos del reloj.

Resulta hipnótico ver cómo en esa inmensidad del espacio y con la luna en primer plano, la Tierra va girando lentamente a su ritmo, casi ajena a lo que pasa en el resto de la escena… ¿Y qué pasa en el resto de la escena? Seguramente te preguntas… y la respuesta es NADA… bueno ¡nada a menos que activemos el pulsador que inicia el cronógrafo del Speedmaster!

Ahí, tras unos pocos segundos podemos ver cómo Snoopy en su transbordador espacial comienza a surcar el firmamento describiendo una órbita alrededor de la luna: exactamente lo mismo que tuvieron que hacer los tripulantes del Apollo 13 para su heroico regreso a casa… La analogía de una histórica odisea espacial reflejada tan solo en una simpática, detallada y pequeña, pero a la vez conmovedora escena.

Es una imagen asombrosa y divertida, porque vemos a Snoopy -nuestro Beagle favorito- y también porque sabemos que la historia tiene un final feliz, pero a la vez, no pude evitar sentir un breve escalofrío mientras esa pequeña capsula pasaba por delante de la Tierra… y fue porque ver ese diminuto trasbordador surcando lentamente la inmensidad de un estrellado y profundo manto espacial, me hizo pensar, al menos por un instante, en lo que debió haber sido para los astronautas

ese momento: sintiéndose pequeñas gotas de agua en la inmensidad de un océano estelar, girando alrededor de la luna y aferrados a la esperanza de volver a casa confiando en la precisión de unos de los pocos instrumentos a bordo que todavía funcionaban correctamente: sus Speedmasters.

Es una escena ambivalente, te emociona y divierte, pero a la vez te aterra y te interpela: te llama a reflexionar sobre la hazaña de esos hombres y el papel que el Speedy tuvo en ella.

La verdad que el concepto es sencillo, pero la idea detrás de él, la creatividad por parte de Omega para elegir correctamente cómo transmitir esa historia de manera efectiva y la ejecución perfectamente lograda, creo que hacen que este reloj sea único y especial solamente por lo que hay en su tapa trasera… Sólo que, en realidad, no es lo único que lo hace especial.

Este Speedmaster Snoopy es de los primeros Speedys en presentar el nuevo calibre de cuerda manual 3861 de Omega, el que viene a reemplazar el clásico 1861 que solía tener el luna, y digo que solía tener porque hace tan solo unas semanas Omega lo discontinuó y anunció al nuevo luna que también será portador de este nuevo movimiento.

¿Y qué tiene de especial el calibre 3861? Varias cosas interesantes, en primer lugar, que reemplaza el tradicional escape de áncora suizo que tenía el calibre 1861 por el más eficiente escape Co-Axial que, ahora sí, incorporan prácticamente todos los modelos de Omega.

Este nuevo calibre además tiene la famosa parada de segundero o “hacking”, como le dicen nuestros amigos angloparlantes, una característica que el luna hasta ahora no tenía.

Pero posiblemente lo mejor que ofrece este calibre 3861, al menos en mi opinión, es que cuenta con la certificación Master Chronometer de METAS, una vez más, otra cuestión que ya se está viendo en prácticamente todos los relojes de Omega.

¿Y qué tiene de interesante el hecho de que tenga esta certificación?

Máster Chronometer: ¿De qué se trata el nuevo standard de Omega?

Vamos a detenernos un poco en este punto… Seguramente ya sabes que para que un reloj tenga escrito en su esfera la palabra CHRONOMETER, tiene que contar con una homologación. Esa homologación es otorgada por el Instituto Oficial Suizo de Prueba de Cronometros, más conocido como COSC por sus siglas en francés.

A la hora de que COSC certifique un movimiento, se basa en lo dispuesto por la norma ISO 3159 y lo somete a controles durante 15 días en diversas posiciones y temperaturas asegurándose de que la precisión esté siempre dentro de los parámetros de -4 a +6 segundos al día. Si un movimiento supera esas pruebas, felicidades: se gradúa como Cronómetro y la marca que lo utilice puede hacer alarde de eso poniéndolo en la esfera del reloj.

Ahora bien, hay algunas casas relojeras que consideran que los estándares de COSC pueden mejorarse y quieren ir más allá en la certificación de sus movimientos. Omega es una de ellas.

Entonces lo que hace Omega es, una vez que COSC certificó su movimiento, lo lleva a otro organismo, esta vez un renombrado organismo público suizo que se dedica a la investigación y experimentación científica: se trata del Instituto Federal Suizo de Metrología, más conocido como METAS por sus siglas en francés.

Y es entonces donde empiezan realmente las torturas para estos movimientos:

El Instituto METAS, para otorgar el certificado MASTER CHRONOMETER, que es el que ostenta la gran mayoría de los relojes de Omega, realiza varias pruebas en las que introduce además un factor clave que COSC no tiene en cuenta: el magnetismo.

Primero, prueba la precisión del movimiento en dos posiciones y sometiéndolo a un campo magnético de 15.000 Gauss (tengamos en cuenta que un pequeño imán como los que tenemos en la heladera puede llegar a alcanzar los 100 Gauss)

Después, prueba por 24 hs. la precisión del movimiento magnetizado y desmagnetizado y compara las desviaciones, que en todos los casos deben estar dentro de los 5 segundos al día.

Luego, lo prueba en varias posiciones y temperaturas para posteriormente pasar a controlar su precisión con la reserva de marcha a tope y después con la reserva de marcha en un 33% de su capacidad.

Finalmente, con el movimiento en la caja del reloj, realiza una prueba de estanqueidad sometiéndolo a diversas presiones de agua.

Si en todos estos tests, el movimiento demostró una precisión que se encuadre dentro de los 0 hasta los +5 segundos al día… entonces a celebrar porque se acaba de ganar su título de posgrado como MASTER CHRONOMETER. Casi nada, ¿no?

Así que, en resumidas cuentas, un movimiento certificado METAS MASTER CHRONOMETER, como este nuevo calibre 3861, tiene una precisión más ajustada que los estándares de COSC y lo que es más interesante, la capacidad de tolerar campos magnéticos de hasta 15.000 gauss: una cuestión que, en la vida moderna donde estamos constantemente rodeados de aparatos electrónicos con imanes y/o electroimanes, nos asegura que nuestro reloj estará preparado para seguir latiendo lo más bien sin ningún tipo de preocupaciones.

Mis conclusiones…

Tras haber tenido este Speedmaster Snoopy en la mano, poder sentirlo, darle cuerda, tocarlo y ver de cerca sus hermosos acabados, así como también a los Constellation, los Aquaterra y el Speedy especial de Alinghi, me fui de la boutique de Omega con una sonrisa dibujada en la cara, como un nene que sale del parque de diversiones…

Pero más allá de esa alegría que es hija de la emoción de poder ver y probar unas piezas hermosas que no decepcionaron, me fui también con otra cuestión que, a la larga, cuando esa adrenalina que nos colmaba ya se disipó de nuestro sistema, es la que realmente cuenta: la sólida impresión de que Omega está haciendo las cosas muy bien, de manera deliberada, planificada y sistemática.

Está buscando nivelar sus relojes, pero no hacia abajo, sino hacia arriba: aumentando la exigencia que pone sobre sus movimientos, buscando diseños y materiales que interpelen al usuario -y sobre todo que le transmitan algo- e incorporando tecnología que mejore las capacidades y el rendimiento de sus relojes; todas cuestiones que obviamente no se logran de un día para el otro, pero en las cuales viene trabajando

persistentemente hace años y que, al día de hoy, se empiezan a evidenciar más claramente sus resultados.

Omega será la letra griega que representa los finales, pero con lo que me mostró, esta casa relojera me dejó la sensación de que estos emocionantes relojes reflejan el principio de un futuro aún más prometedor para la horología… y como entusiasta, no me queda más que agradecerle eso.

Artículo basado en la experiencia transmitida por el autor también en el podcast ReloGeando.

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